La temperatura rebasaba los 30
grados, el sol pegaba de lleno y a lo lejos el pavimento daba la impresión de
estar en ebullición. Carola esperaba el autobús en la intersección de la 21 y
la 10, a pesar de la sombra que le proporcionaba la estructura metálica de la
parada del autobús, sentía que el calor abrumador la abrazaba casi hasta
asfixiarla, el sudor que escurría por su espalda empapaba la delgada blusa que
llevaba puesta, al final de la calle pudo ver como el autobús se acercaba muy lentamente
( o por lo menos esa impresión le dio) , usó la liga que llevaba en la muñeca
derecha para hacerse una cola de caballo con la esperanza de que eso aliviara
el intenso calor que sentía pero no funcionó, no hacía ni una pizca de viento.
No había nadie más en la parada del autobús, ese lado de la cuidad solía ser
muy solitario, ella no acostumbraba ir por esos rumbos pero la llamada de su
tía había sido preocupante, una furgoneta
negra rebasó a toda velocidad al autobús que a la distancia parecía estar
estacionado debido a lo lento de su marcha, Carola no puso mucha atención en
eso, sus ojos estaban sobre el autobús como si eso hiciera que avanzara más
rápido, el grito a sus espaldas desvió su atención y volteó rápidamente, un
chico de aproximadamente 25 años, rapado, que vestía unos jeans bastante
gastados y una playera sin mangas corría hacia ella jadeando, sus ojos
denotaban desesperación, sus brazos tatuados hasta la altura de las muñecas
sudaban al igual que su pecho y frente, en la mano derecha llevaba una 9 milímetros
cromada que destellaba bajo los inclementes rayos del sol, corría como si fuera
perseguido por el mismo demonio, la sorpresa dejó inmóvil a Carola, se olvidó
del autobús y un nudo se formó inmediatamente en su estómago, su pulsó se aceleró de inmediato debido a la
enorme cantidad de adrenalina que su cuerpo producía, estaba justo en el camino
del chico que pareció no verla, ella se dio cuenta de eso pero parecía que sus
zapatos se habían pegado al suelo, el chico pasó literalmente encima de ella,
el golpe fue tan duro que la cabeza de Carola rebotó contra la ardiente acera y
de inmediato perdió el conocimiento, la furgoneta que había rebasado al autobús
se disminuyó la velocidad frente al chico que ni siquiera reparó en voltear a ver
a Carola quien yacía como muerta sobre la acera, se abrió la puerta lateral de
la furgoneta y una mano se extendió hacia el chico, estaba a punto de tomarla
cuando el ruido de dos disparos se escucharon retumbando sobre las paredes
ubicadas en la acera de enfrente, el chico ya no pudo tomar la mano y cayó
sobre el pavimento como fulminado por un rayo, la puerta de la furgoneta se
cerró de inmediato, el chofer aceleró a fondo haciendo que los neumáticos
traseros rechinaran dejando un fuerte olor a caucho quemado y el pavimento
marcado, el silencio momentáneo invadió el lugar, el cuerpo del chico quedó
tirado boca abajo a dos pasos del de Carola, la sangre que salía de su pecho
formó rápidamente un charco que pronto se unió con el que se había formado bajo
la cabeza de ella, tres segundos después el autobús que por fin se acercaba se
detuvo unos metros antes de los cuerpos, el chofer que había visto todo a
distancia bajó de inmediato del autobús, sacó su teléfono celular y marcó el número
de emergencias mientras tomaba el pulso de Carola.
Alicia no podía dormir, cada vez
que cerraba los ojos veía los dos cuerpos bajo el enorme charco de sangre, los
ojos desmesuradamente abiertos de la chica parecían estarla viendo directamente
a ella, sus piernas estaban sobre la acera y el resto del cuerpo sobre el
pavimento, la mano derecha de ella casi rozaba la mano izquierda del chico que
parecía tener hundida la mitad de la cabeza en el pavimento, ambos cuerpos
unidos por un espeso y oscuro charco de sangre. El cansancio por fin la venció
pero no logró descansar en lo absoluto, tuvo varías pesadillas durante la
noche, en ellas veía que la chica de pronto se levantaba y caminaba hacia ella extendiendo
los brazos y diciéndole algo que ella no alcanzaba a escuchar a través del
cristal del autobús, la pesadilla se repetía una y otra vez. El zumbido del
radio despertador la liberó de aquel suplicio, el ajetreo habitual de las
mañanas la distrajo momentáneamente, sus
hijos se fueron al colegio y su esposo al trabajo, se sentó en una de las
sillas del desayunador, cerró un momento los ojos y ahí estaba nuevamente ella
pidiéndole ayuda, a lo largo del día le pasó lo mismo varias veces, al
principio pensó en contarle a su esposo, pero descartó la idea pensando que
seguramente se debía la impresión y que en el transcurso del día pasaría, pero
en la noche volvió a ocurrir lo mismo, trataba de conciliar el sueño y ahí
estaba ella pidiéndole ayuda cada vez que cerraba los ojos, al igual que la
noche anterior, el sueño la venció y también se repitió la pesadilla pero esta
se esforzó por entender lo que ella le decía a través del cristal, concentró su
vista en los labios de ella y pudo distinguir que decía: “cuida”, en ese
momento se despertó, aún no amanecía, se levantó con cuidado de la cama para no
despertar a su esposo y se dirigió a la cocina, mientras se calentaba el agua
que había puesto en la estufa para prepararse un té, se quedó pensando en la
palabra que creyó distinguir en su esfuerzo por leer los labios de aquella
joven que nunca antes había visto y que ahora se metía en su cabeza para pedir
ayuda, pero, ¿Realmente le pedía ayuda? Cerró los ojos nuevamente tratando de
evocar la imagen que se le venía presentando esos dos días pero no vio nada, lo
intentó varias veces pero nada pasó, sintió un gran alivio y se dio la razón por
el pensamiento que había tenido el día anterior, era la impresión la que le
había dejado la imagen.
Tomó el té que se preparó y
regreso a la cama, se metió debajo de las cobijas y se durmió inmediatamente.
Los días pasaron y la imagen y la pesadilla parecía haber quedado atrás, llegó
su esposo de trabajar, saludo y se sentó en el sillón de la sala dejando caer
todo su peso, ella preguntó si sentía bien, él contestó que había tenido una
mala noche y que había dormido poco, las grandes ojeras que rodeaban sus ojos
respaldaban sus palabras, ella ofreció un té y el aceptó acompañándola a la
cocina, una vez sentados en el desayunador ella le preguntó el motivo de su
desvelo, él se limitó a contestar que había tenido una pesadilla pero que no
tenía importancia, cambió el tema y platicaron unos minutos sobre los niños,
trabajo y cosas cotidianas, después él se levantó diciendo que estaba muy
cansado y se dirigió a su habitación, ella se quedó a levantar las tazas y al salir
de la cocina se dio cuenta de que él había olvidado su saco, al tomarlo, un
papel cayó al piso, lo levantó y al verlo su rostro palideció, el papel era una
foto de Carola, en ese momento se escuchó un golpe en la ventana de la cocina,
ella se acercó con precaución y entonces la escena se repitió frente a sus
ojos, a través de la ventana puedo ver a Carola extendiendo sus brazos hacia
ella, esta vez pudo escuchar claramente o que ella decía: ¡Cuídala por favor!
La imagen se fue desvaneciendo y ella quedó petrificada, no supo cuánto tiempo
pasó así, un grito agudo la hizo reaccionar, el grito provenía de la recámara
de sus hijos. Abrió la puerta de golpe y para su sorpresa los dos dormían plácidamente,
se aseguró de ambos en realidad estuvieran durmiendo y no se trataba de un
juego, desconcertada los arropó, cerró la puerta y regresó a la cocina, nada
tenía sentido, lo que vio en la ventana, el grito, la foto… su cabeza daba mil
vueltas, ¿Quién era esa mujer que había muerto y ahora estaba en sus sueños? ¿Por
qué su marido tenía en la bolsa de su saco una foto de ella? Pesó que se estaba
volviendo loca, estuvo sentada unos minutos en la cocina hasta que se calmó,
decidida se levantó y se dirigió a su recámara, su intención era cuestionar a
su esposo sobre la foto que había caído de su saco, pero lo vio tan
profundamente dormido que pensó que era mejor esperar hasta el día siguiente.
Eso nunca pasó.
CONTINUARA......