viernes, 23 de septiembre de 2011

"MURMULLO"

La brisa suave y fresca del mar rozaba mi cara y mecía mis cabellos, los rayos de sol calentaban mi cuerpo, el ruido de las olas incesantes que llegaban a refrescar las sedientas arenas era como música para mis oídos. Habíamos estado ahorrando por mas de dos años para poder disfrutar de aquellas vacaciones en la playa, la sola idea de abandonar la rutina y el ajetreo de la ciudad nos había mantenido motivados para llegar a donde estábamos en aquel momento. Un día antes habíamos llegado al hermoso hotel, la atención había sido de primera, todo estaba saliendo a la perfección, las comidas las bebidas, en fin eran las vacaciones perfectas, siempre me había considerado un buen deportista y nadar me encantaba, había escuchado que nadar en el mar era muy diferente que nadar en una piscina pero yo nunca había tenido problema con eso, el agua tenía la temperatura ideal y comencé a nadar sin problemas, cuando me sentí cansado levanté la mirada y pude ver a lo lejos la playa y a mi Esposa agitando sus brazos tratando de saludarme, agité mi brazo para contestar el saludo y pensé que era momento de regresar, fue fácil como había sido en otras ocasiones, pero esta vez me sentía muy cansado a regresar a la orilla, tan cansado que no tenía ganas de nada mas que de recostarme en la arena y descansar, así lo hice y pude sentir el confortante calor de la arena mojada en mi espalda, todo el alboroto que hacía la gente en la playa se fue haciendo cada vez mas tenue para mis oídos y el ruido de las olas comenzó a adormecerme, mi vista comenzó a nublarse y pronto me fui cayendo en un profundo y reconfortante sueño del que no sentía ganas de despertar.
La primera plana del periódico matutino local, anunciaba en enormes letras "Turista ahogado en playa murmullo" la foto a todo color mostraba el cuerpo de un hombre sobre la arena y al lado una afligida mujer con el rostro descompuesto por el llanto.

lunes, 12 de septiembre de 2011

"DEJA VU"

“DEJA VU”


Sin motivo ni razón aparente me desperté, instintivamente volteé a ver el reloj despertador de enormes números rojos que estaba sobre mi buró, 2:15 AM anunciaba,  en ese momento sentí como los cabellos de la nuca se me erizaban, era la tercera noche consecutiva que me pasaba, ¿cual era la razón?, no lo sabía, simplemente me despertaba, el problema era volver a conciliar el sueño, mientras lograba hacerlo trataba de encontrarle forma a las sombras que se formaban en el techo de mi recámara, un perro, una nube, un hombre con barba… hasta que me quedaba dormido nuevamente, pero esa noche fue distinto, -Ya es mucha coincidencia- pensé, mi cabeza comenzó a dar vueltas pensando una y mil cosas tratando de descifrar el porqué me estaba despertando precisamente a esa hora de la madrugada sin razón aparente, la cena, el frío… de pronto el sordo zumbido de la noche silenciosa fue interrumpido por un golpe, al principio no sabía de donde provenía y fue hasta el tercer golpe que me di cuenta que provenía de la puerta del closet que se encontraba frente a mi cama, después de pensarlo unos minutos y armarme de valor, me levanté de la cama y lentamente me acerqué al closet, los golpes no cesaban eran pausados y constantes, conté mentalmente hasta tres y abrí la puerta rápidamente, no había nada fuera de lo común, ropa zapatos, etc. volví a la cama y me acosté, iba a comenzar mi recién tomado hábito de buscar formas en el techo cuando llegó a mi cabeza el recuerdo de lo que había pasado precisamente cuatro noches atrás, fue como si un balde de agua fría cayera sobre mi… todo había pasado tan rápido que era difícil recordarlo con claridad o tal vez había sido tan doloroso que mi mente lo bloqueaba, ella se había ido, sin pleitos, sin gritos, así sin decir nada, mi mente se nubló y no pensé en otra cosa mas que en quitarme la vida, solo de recordarlo se me erizó la piel, para olvidarlo comencé a buscar figuras en el techo y pronto me quedé profundamente dormido.
Los paramédicos habían tenido que forzar la puerta para entrar, la escena que presenciaron los dejó helados, el cuerpo colgaba del cuello, la lengua había perdido su color habitual y tenía un color morado oscuro, el viento que entraba por la ventana entreabierta hacía que el cuerpo se meciera de un lado a otro lentamente golpeando cada vez la puerta del closet, en el reporte del forense aparecía la hora aproximada del deceso 2:15 AM.

FIN

jueves, 8 de septiembre de 2011

"ESCALOFRIO"

Aquella tarde soleada de verano parecía como cualquier otra, se escuchaban las risas de los niños jugando en los patios delanteros de sus casas, los ladridos de los perros, los gritos de las madres reprendiéndolos o formando parte del juego, las podadoras, el sonido de la tijeras de jardín, llantos, autos circulando, en fin, todos aquellos sonidos se podían percibir desde donde yo estaba, la posición en la que me encontraba no era quizás la mas cómoda, los sonidos que son cotidianos y que eran para mi tan familiares de repente me parecieron como uno solo, una mezcla ensordecedora, agobiante, que poco a poco iban subiendo de volumen hasta convertirse en algo insoportable, sentí un deseo inmenso de llevar mis manos a mis oídos y sofocar un poco aquel estruendo, pero por alguna razón no lo hice, sentí que la cabeza me iba a estallar, aquella espantosa mezcla de sonidos fue desapareciendo lentamente hasta ser remplazada por una ola incontenible de recuerdos, los cuales llegaron a mi mente como un caudaloso río que desemboca en el mar,
 Ese día me levanté temprano, durante el desayuno mi Esposa me recordó que la casa necesitaba algunas reparaciones, ya me lo había comentado el martes y le prometí que lo haría el sábado, así que no tenía escapatoria, no me sentía con muchos ánimos pero siempre me ha gustado cumplir con lo que prometo, sobre todo a mi familia, comencé por reparar la cerca del jardín.
“Kobek” me seguía a todas partes, cosa que hacía siempre que yo estaba en  casa, él era nuestra mascota y amigo, era un bóxer color miel que habíamos comprado una semana después de casarnos, justo cuando regresamos de nuestro viaje de bodas, fue amor a primera vista,  pasábamos caminando frente a una tienda de mascotas cuando lo vimos dentro de una jaula, ahí estaba, con su mirada tierna moviendo lentamente su pequeño  y mutilado rabo, los dos nos volteamos a ver y no tuvimos que decir nada, entramos y lo compramos, impidiendo así que le hicieran el corte de orejas que tenían programado para el siguiente día, tiene ya ocho años, los cuales han sido una maravillosa experiencia, el vio nacer a nuestro único hijo, y fue literal ya que cuando mi Esposa dio a luz, lo hizo en la recamara de la casa, yo me encontraba trabajando y todo fue tan rápido que cuando me llamó fue para decirme –Perdóname mi vida no tuve tiempo de avisarte, tu hijo estaba ansioso por conocernos que no me dio tiempo de nada, no te preocupes, los dos estamos bien y “Kobek” nos está cuidando, pasa por favor por  el doctor y vente a la casa-, hasta la fecha nos reímos al recordarlo.
Cuando terminé con la cerca me dirigí al interior, y comencé a reparar una pequeña gotera que había bajo el lavabo del baño de visitas, un poco antes de terminar la compostura mi Esposa me llamó a comer, la comida estuvo deliciosa, las milanesas son mi platillo favorito y mas acompañadas del riquísimo puré de papa que prepara mi Esposa,  solo me faltaba reparar el techo, la pereza comenzaba a invadirme pero pensé en terminar todo ese día para poder descansar el domingo completo, la reparación solo consistía en cambiar una de la tejas, por lo que calculé que en menos de una hora  acabaría, le di un beso a mi Esposa y me dispuse a subir, “Kobek” se quedó al pié de la escalera tipo “araña” que subía al techo en la parte trasera de la casa, ladrando desesperado por no poder seguirme, después de un rato se echó resignando  y permaneció en ese mismo lugar esperando a que yo bajara. Mis recuerdos fueron interrumpidos por un espeluznante grito, era una combinación entre espanto, agonía, horror, era un grito que difícilmente se puede describir, mi instinto me ordenó girar la cabeza hacia el lugar donde  provenía, pero algo me lo impidió.
La primera vez que vimos la casa no encantó, estaba en una zona boscosa a 10 minutos de la ciudad dentro de un fraccionamiento muy tranquilo, había un espacio de mas de veinte metros entre una casa y otra lo cual les daba mucha privacidad, la sala y el comedor eran muy amplios y ambos tenían una hermosa vista al jardín trasero, una cocina espaciosa y equipada, tres recamaras en la planta alta con baño y vestidor, y una hermosa recamara principal que  además de ser muy amplia y tener tina en el baño, contaba con una hermosa vista al bosque que rodeaba el fraccionamiento, solo nos bastó un minuto para decidir que esa era la casa en la que pasaríamos el resto de nuestros días, “Kobek” quien apenas era un cachorro corría como loco por toda la casa bajo la mirada nerviosa del vendedor, después de un mes nos autorizaron el  crédito y dos semanas después ya estábamos instalados en la casa, nueve meses después nació Fernando nuestro pequeño angelito. Desde muy pequeño demostró ser muy sociable, siempre mostraba una sonrisa tanto a propios como a extraños, sobra decir que tenía cantidad de amigos, tanto en el Colegio como en el fraccionamiento, el era el alma de la casa, todo el tiempo estaba de buen humor, era muy ocurrente y junto con “Kobek” nos hacían pasar grandes momentos de felicidad, ese mismo día durante la comida nos pidió permiso para ir a jugar a la casa de uno de Felipe uno de sus amigos, él era un vecino cercano que asistía al mismo Colegio que Fernando, ya en varias ocasiones nos habíamos reunido con sus Padres quienes eran muy buenas personas, -De acuerdo, se buen niño y regresa  antes de las seis, ¿estamos?- le dije, -Estamos- me contesto con su contagiosa sonrisa, me abrazó y salió corriendo después de despedirse de su Mamá y acariciar a “Kobek” que confundido no sabía si correr tras él o quedarse con nosotros, -Tú te quedas, ven acá- le ordenó mi Esposa, triste y con las orejas gachas se refugió en sus pies.
Un segundo grito me sacó de mis pensamientos, éste aunque de menor intensidad fue igual de escalofriante, esta vez lo reconocí, era mi Esposa, salí corriendo pensando lo peor, busqué a “Kobek” que extrañamente no estaba a mi lado, mientras corría lo comencé a llamar pero no acudió  cosa que me extrañó mucho, al llegar al  jardín trasero  encontré a mi Esposa de rodillas  cubriéndose la cara con ambas manos, incapaz de ver lo que estaba frente a ella, a su lado “Kobek” ladraba inquieto moviendo   frenéticamente su pequeña cola, -¿Qué pasó mi vida?- pregunté mientras me acercaba, pero no obtuve respuesta, la escena mas escalofriante que había visto en mi vida estaba ante a mis ojos, boca arriba sobre el pasto, con un hilillo de sangre saliendo de la nariz, con un pié sin zapato que pasaba  por encima de la cabeza, un brazo debajo del tórax que mostraba la palma de la mano ensangrentada y una mirada de angustia perdida en el cielo, estaba un cuerpo sin vida, que imitando un cuadro de Picasso daba un aspecto grotesco, un cuerpo que al principio no reconocí, pero que al ver detenidamente me erizó cada pelo del cuerpo, un indescriptible escalofrío invadió mi cuerpo, un grito de horror que salió de lo mas profundo de mi ser y que no fue escuchado era el aviso de que yo, estaba muerto.
FIN

miércoles, 7 de septiembre de 2011

"DESTINO" capitulo 3

Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, todavía tenía la imagen de su mano sangrando, de pronto un golpe en la ventana del auto lo hizo brincar, era un policía,
-¿Se siente bien? ¿Le puedo ayudar en algo?-
-¡Oficial había un hombre en el asiento trasero de mi auto, pensé que me quería asaltar, pero de pronto desapareció!-.
Sorprendido el policía le contestó: -Tengo toda la mañana aquí señor y como podrá notar el tránsito es muy lento y no he visto a nadie caminando desde hace un rato-. 
Él ya no escuchó lo último, simplemente sintió que cayó en un gran hoyo negro.

Cuando volvió en sí estaba en su auto, una gota cayó en su nariz haciéndole cosquillas, la limpió con la palma de su mano, era sangre, un dolor intenso le nubló la vista, inmediatamente se llevó las manos a la frente, sangre, sintió como iba resbalando por la nuca y por la frente, instintivamente buscó el espejo, ahí estaba el mismo hombre, con aquella mirada hueca, pero esta vez estaba riendo, riendo a carcajadas, y dejando ver que le faltaba un diente, no soportó mas, el dolor aumentó y todo se volvió negro.

Al despertar lo primero que sintió fue un sabor desagradable en la boca e inmediatamente después abrió los ojos o eso sintió que hizo, no podía ver nada una y otra vez frotó sus ojos,       -Estoy ciego- pensó, trato de ver su mano acercándola a sus ojos, pero no logró ver nada, empezó a sentir miedo como nunca había sentido; otra vez ese sabor de boca, trató de incorporarse pero su cabeza chocó casi inmediatamente con algo, con las manos comenzó a tocar a su alrededor, todo era acolchonado.
-Estoy en una caja- pensó, -¡Me enterraron vivo¡-, una angustia indescriptible se apoderó de él y sintió como se erizaba cada vello de su cuerpo, trató de mover los pies con el mismo resultado, solo un pequeño espacio hacia arriba y hacia los lados.
– ¡Quizá todavía no me entierran y esto es el velorio!, ¡Auxilio!!!, gritó una y otra vez sin que sus súplicas fueran escuchadas, entonces fue cuando comenzó a llorar, golpeó con piernas y brazos tan fuerte como pudo, se movió hacia los lados y siguió gritando entre llanto y sollozos, de pronto la caja donde se encontraba se fue de lado y cayó, el golpe abrió por un lado la caja, pudo ver una línea de luz e inmediatamente comenzó a empujar lo que parecía era la tapa, por fin pudo salir, tomó aire y se quedó sentado por un momento.

No sabía si era una Iglesia o un mausoleo pero una cosa si era segura: estaba abandonado, aquel lugar era muy alto, las ventanas sin vidrios en los lados permitían que el viento helado entrara, comenzaba a oscurecer, no pudo ver ninguna figura sacra o alguna pintura con motivos religiosos como esperaba, solo polvo, todo era de madera desde las paredes hasta las dos cúpulas que se apreciaban en lo alto.
– ¡Hay alguien aquí?, gritó tan fuerte como pudo, pero solo el eco le respondió. -¡Mi esposa!, ¿que hora será?, se preguntó, pero se dio cuenta de que no traía reloj. -¡El celular!- pensó; pero cuando se llevó la mano a la cintura buscándolo se dio cuenta de que tampoco lo tenía, tampoco su cartera. -¡Seguramente cuando me desmayé me robaron, quien sabe cuanto tiempo estuve inconsciente en el auto, después de robarme me metieron en la caja y me dejaron aquí pensando que estaba muerto-, pensó. –Mi esposa!, ¿que habrá pasado con ella?, ¿Dónde estará en estos momentos?, ¡Tengo que salir de aquí!-

"DESTINO" capitulo final

Al entrar a aquel lugar el recuerdo lo sorprendió, -No puede ser hace unos momentos esto estaba vacío, abandonado, ¿dónde estoy?-, preguntó.
-Está usted lejos de todo el mundo- dijo el anciano, –el poblado mas cercano está como a 80 kilómetros y esta carretera ya casi nadie la transita desde que hicieron la autopista, usted es la primera persona que veo desde hace tres días, cuando mi esposa murió…-
-¡¡Mi esposa!!...- interrumpió él, -tengo que llamar a mi esposa debe de estar muy preocupada, ella está embarazada sabe…-
-Creo que hace un momento no me escuchó-, interrumpió ahora el anciano, -le decía que no funciona el teléfono desde hace ya una semana, hubo una tormenta de arena y derribó varios postes…-
Ya no escuchó eso, una fuerte desesperación se apoderó de él, -tengo que regresar-, pensó,
-necesito gasolina...- dijo,  y fue directamente hacia la bomba.
-No hay gasolina desde hace dos días-, dijo el anciano, -lo único que le puedo ofrecer es un poco de agua-.
-Tengo que regresar con ella…-.
-Debería de buscar a un doctor, esas heridas se ven mal-.
Tampoco escuchó eso, se subió a su auto, lo puso en marcha y tomó nuevamente la carretera, no tenía idea de donde estaba ni a donde se dirigía, solo pensaba en su esposa, manejó por espacio de 25 minutos, cuando de pronto el auto comenzó a detenerse.
-іMaldita suerte!-, dijo.  Al mirar el tablero se percató de que no le quedaba mas gasolina, bajó del auto y comenzó a caminar, el calor era sofocante y el sudor empapaba su cuerpo, nunca supo cuanto tiempo caminó, esa carretera y aquel desierto no tenían fin, las piernas comenzaron a dolerle del cansancio, el sol empezó a ocultarse y poco a poco la temperatura comenzó a descender; ya no pudo más y se sentó en unas rocas a la orilla de la carretera.
-¿Qué es todo esto?, ¿Dónde diablos estoy?, ¿Quién o qué me trajo hasta aquí?, ¿Cómo estará mi esposa?-, el cansancio lo venció y se quedó dormido tratando de contestarse él mismo todas aquellas preguntas que formuló en su cabeza.

-¿Ya te sientes mejor?-, trató de enfocar la vista, sintió un fuerte dolor de cabeza y ese sabor en la boca otra vez. -Hijo, tranquilo, no te levantes, con dos días sin probar alimento y medio dormir como no quieres estar así-, era su padre que se encontraba junto a él.
-¿¿Papá??, ¿Dónde estoy?, ¿Qué haces tu aquí?, ¿Por qué estoy vestido con este traje negro?, y tu… y tu también… ¿Qué pasó?–.
-Hijo…-, su padre lo abrazó con fuerza y no pudo evitar  llorar, -¿No lo recuerdas?... tu esposa… y tu hijo…
-¿Mi esposa?, ¿Qué le pasó?, dime por favor!!!!–.
-Murió hijo…, cuando la ambulancia llegó a tu casa ella ya había muerto, el bebé solo vivió unas horas…. los dos murieron hijo… los dos.

Era un día bastante agradable, el sol iluminaba de manera especial aquel enorme jardín lleno de flores, el agua de la fuente que se encontraba junto al enorme roble caía como si fueran pedazos de cristal y la ligera brisa que provocaba, formaba un minúsculo arco iris, desde la ventana del primer piso de aquel edificio la vista era increíble, pero todo, para él, era gris, nada tenía sentido, no sabía cuanto tiempo llevaba sentado ahí y no le importaba, los vagos recuerdos que tenía  lo atormentaban cada vez más, no podía por más que intentaba, armar ese rompecabezas en su cabeza, nada encajaba, de pronto lo vio, ahí estaba aquel hombre que vio en el asiento trasero de su auto aquel día que todo comenzó, junto a la fuente recargado en el enorme roble con una sonrisa burlona, mirándolo o al menos eso parecía, ya que solo tenía aquellos negros y profundos huecos donde debería tener los ojos, vestía una gabardina negra que le llegaba hasta los tobillos, tenía el cabello hasta los hombros; comenzó a sentir un miedo incontrolable y trató de levantarse y huir pero no pudo, no tuvo fuerzas ni siquiera para gritar y pedir ayuda, una enfermera que pasaba pudo notar la desesperación en su rostro y le preguntó, –¿Le puedo ayudar en algo?-.
Él solo pudo señalar a la ventana, la enfermera se acercó y observó pero solo vio al jardinero hincado junto a la fuente: –Es solo el jardinero señor, no hay nada ni nadie más.-
Él volvió la vista con miedo a donde había visto al hombre pero ya no estaba, solo estaba el jardinero tal y como lo había visto la enfermera, -Ahí estaba se lo juro, recargado en el árbol-.
La enfermera no contestó, se dio la vuelta y procedió a empujar la silla de ruedas donde se encontraba sentado él, lo llevó hasta  su cuarto y le ayudó a acostarse, –trate de relajarse, en un momento vuelvo-, dicho esto salió del cuarto cerrando la puerta, regresó en un minuto con un pequeño vaso en la mano, –tómese esto le hará bien-. Él se levantó un poco para poder tomar el contenido de aquel vaso y de nuevo ese sabor en la boca, todo se volvió negro otra vez.

-Pobre hombre-, platicaba la enfermera con su compañera, -nunca superó la muerte de su esposa y su hijo-.
-¿Qué fue lo que pasó?-, preguntó la otra.
-Por lo que dice su expediente, hace dos años salió de su casa hacia el trabajo como todos los días, cuando iba a mitad del camino su esposa le llamó por teléfono, estaba embarazada y tuvo una complicación, el trató de regresar, pero para evitar el tráfico tomó una ruta alterna que en ese momento estaba en reparación y quedó atrapado en el tráfico, el intenso estrés le ocasionó un desequilibrio mental que le provocó fuertes alucinaciones; ya ha escapado del hospital varias veces tratando según él de ir con su esposa, la última vez lo encontraron inconsciente junto a la carretera después de dos días, con heridas que al parecer se ocasionó al caer a un pequeño precipicio en el desierto, un hombre trató de ayudarlo en una estación de servicio que se encuentra en la carretera a 20 kilómetros de aquí, pero salió corriendo por lo que el hombre llamó a la policía, quien lo identificó gracias a los pedazos de bata que llevaba puesta con las siglas del Hospital-.

Aquel centro de salud mental estaba en medio del desierto, su padre ya había muerto y nadie lo visitaba.

Murió un año después debido a un paro cardiaco que le provocó un ataque de angustia al querer escapar de aquel hombre que día con día veía en el jardín.

Nadie sabe si el destino pueda tener forma humana, cada quien lo ve de diferente manera, pero lo que si es seguro es que nadie puede escapar de él.

FIN

"DESTINO" capitulo 6

Lo despertó la luz del día dando directamente en su cara, impidiéndole abrir bien los ojos, estaba sentado en la parte trasera de su auto, de pronto todo le vino a la mente como una ráfaga, la caja, aquel lugar sin salida y ahora se encontraba ahí en el asiento trasero de su auto, -¿Me estaré volviendo loco?-, se preguntó, volteó hacia el switch y vio con alegría que las llaves estaban pegadas, no sabía donde estaba, era una carretera en medio del desierto, giró la llave rogando que encendiera, el auto se puso en marcha.

Aquella carretera parecía no tener fin, la aguja de la gasolina indicaba menos de un cuarto del tanque, llevaba ya un rato conduciendo y no había visto ni un solo señalamiento, ni una casa , ni nada que le pudiera indicar donde estaba.
– ¡Pronto voy a necesitar combustible!-, no había acabado de pensarlo cuando a lo lejos alcanzó a distinguir lo que parecía una  estación de servicio.

-Buenos Días-, gritó, pero aquel lugar parecía abandonado, se acercó a la pequeña tienda, pero los estantes estaban vacíos y llenos de polvo; trató de empujar la puerta pero una cadena y un candado se lo impidieron, rodeó el lugar y solo encontró basura y algunos neumáticos inservibles; regresó al auto y se acercó a la bomba de gasolina, tomó la manguera y de pronto todo se volvió negro.

-Señor, señor, ¿se encuentra bien….?-, lo primero que vio al abrir los ojos fue a un señor de edad avanzada, vestido con un viejo overol de mezclilla, no usaba camisa, traía un paliacate azul atado al cuello y huaraches, le faltaban dos dientes y a juzgar por el aliento masticaba tabaco.
–¿Qué le pasó señor?, de pronto se desvaneció y llevo diez minutos tratando de despertarlo, me tenía muy preocupado, aquí cerca no hay servicio médico y el teléfono no funciona desde hace una semana……-.
No sabía si estaba mareado todavía o el aliento de aquel señor lo mareaba, se levantó antes de contestarle, aprovechó para retirarse un poco de aquel olor a sudor y a tabaco, -no sé…-, contestó, todavía sentía como si todo estuviera dando vueltas, poco a poco pudo controlar aquella sensación.
-¿Qué lo atacó? o ¿se cayó?-, preguntó el anciano.
De pronto todo se vino a su mente de golpe y trató de recordar, vio su ropa destrozada y las heridas comenzaron a dolerle; más que dolor era una sensación de estarse quemando, no podía ordenar los recuerdos en su cabeza y todo le pareció confuso.
-Yo…. Usted no… no sé todo es tan confuso…-
-Cálmese, venga adentro y tome un poco de agua-, le dijo el anciano.
CONTINUARA....

martes, 6 de septiembre de 2011

"DESTINO" Capitulo 5

Al despertar lo primero que sintió fue un sabor desagradable en la boca e inmediatamente después abrió los ojos o eso sintió que hizo, no podía ver nada una y otra vez frotó sus ojos,       -Estoy ciego- pensó, trato de ver su mano acercándola a sus ojos, pero no logró ver nada, empezó a sentir miedo como nunca había sentido; otra vez ese sabor de boca, trató de incorporarse pero su cabeza chocó casi inmediatamente con algo, con las manos comenzó a tocar a su alrededor, todo era acolchonado.
-Estoy en una caja- pensó, -¡Me enterraron vivo¡-, una angustia indescriptible se apoderó de él y sintió como se erizaba cada vello de su cuerpo, trató de mover los pies con el mismo resultado, solo un pequeño espacio hacia arriba y hacia los lados.
– ¡Quizá todavía no me entierran y esto es el velorio!, ¡Auxilio!!!, gritó una y otra vez sin que sus súplicas fueran escuchadas, entonces fue cuando comenzó a llorar, golpeó con piernas y brazos tan fuerte como pudo, se movió hacia los lados y siguió gritando entre llanto y sollozos, de pronto la caja donde se encontraba se fue de lado y cayó, el golpe abrió por un lado la caja, pudo ver una línea de luz e inmediatamente comenzó a empujar lo que parecía era la tapa, por fin pudo salir, tomó aire y se quedó sentado por un momento.

No sabía si era una Iglesia o un mausoleo pero una cosa si era segura: estaba abandonado, aquel lugar era muy alto, las ventanas sin vidrios en los lados permitían que el viento helado entrara, comenzaba a oscurecer, no pudo ver ninguna figura sacra o alguna pintura con motivos religiosos como esperaba, solo polvo, todo era de madera desde las paredes hasta las dos cúpulas que se apreciaban en lo alto.
– ¡Hay alguien aquí?, gritó tan fuerte como pudo, pero solo el eco le respondió. -¡Mi esposa!, ¿que hora será?, se preguntó, pero se dio cuenta de que no traía reloj. -¡El celular!- pensó; pero cuando se llevó la mano a la cintura buscándolo se dio cuenta de que tampoco lo tenía, tampoco su cartera. -¡Seguramente cuando me desmayé me robaron, quien sabe cuanto tiempo estuve inconsciente en el auto, después de robarme me metieron en la caja y me dejaron aquí pensando que estaba muerto-, pensó. –Mi esposa!, ¿que habrá pasado con ella?, ¿Dónde estará en estos momentos?, ¡Tengo que salir de aquí!-

Buscó una puerta, ya que las ventanas estaban muy altas y no había nada en que pudiera trepar para alcanzarlas, no había ni un solo mueble, solo las paredes cubiertas de madera las cuales recorrió palmo a palmo; para entonces ya había oscurecido completamente y la temperatura ya había bajado considerablemente, no sabía cuanto tiempo había pasado desde que salió de la caja, la oscuridad ya no le permitía ver mas allá de su nariz y el silencio solo le permitió escuchar su respiración, entonces se le ocurrió que tal vez  en el piso habría alguna salida, se tiró al piso y a tientas comenzó a buscar, pero a los pocos minutos desistió, el frío le calaba hasta los huesos, el cansancio se apoderó de su cuerpo y se quedó dormido en el piso.
CONTINUARA.......

"DESTINO" capitulo 4

Buscó una puerta, ya que las ventanas estaban muy altas y no había nada en que pudiera trepar para alcanzarlas, no había ni un solo mueble, solo las paredes cubiertas de madera las cuales recorrió palmo a palmo; para entonces ya había oscurecido completamente y la temperatura ya había bajado considerablemente, no sabía cuanto tiempo había pasado desde que salió de la caja, la oscuridad ya no le permitía ver mas allá de su nariz y el silencio solo le permitió escuchar su respiración, entonces se le ocurrió que tal vez  en el piso habría alguna salida, se tiró al piso y a tientas comenzó a buscar, pero a los pocos minutos desistió, el frío le calaba hasta los huesos, el cansancio se apoderó de su cuerpo y se quedó dormido en el piso.

Lo despertó la luz del día dando directamente en su cara, impidiéndole abrir bien los ojos, estaba sentado en la parte trasera de su auto, de pronto todo le vino a la mente como una ráfaga, la caja, aquel lugar sin salida y ahora se encontraba ahí en el asiento trasero de su auto, -¿Me estaré volviendo loco?-, se preguntó, volteó hacia el switch y vio con alegría que las llaves estaban pegadas, no sabía donde estaba, era una carretera en medio del desierto, giró la llave rogando que encendiera, el auto se puso en marcha.

Aquella carretera parecía no tener fin, la aguja de la gasolina indicaba menos de un cuarto del tanque, llevaba ya un rato conduciendo y no había visto ni un solo señalamiento, ni una casa , ni nada que le pudiera indicar donde estaba.
– ¡Pronto voy a necesitar combustible!-, no había acabado de pensarlo cuando a lo lejos alcanzó a distinguir lo que parecía una  estación de servicio.

-Buenos Días-, gritó, pero aquel lugar parecía abandonado, se acercó a la pequeña tienda, pero los estantes estaban vacíos y llenos de polvo; trató de empujar la puerta pero una cadena y un candado se lo impidieron, rodeó el lugar y solo encontró basura y algunos neumáticos inservibles; regresó al auto y se acercó a la bomba de gasolina, tomó la manguera y de pronto todo se volvió negro.
CONTINUARA...

domingo, 4 de septiembre de 2011

"DESTINO" capitulo 2

Ella nunca quiso aprender a manejar, -Uno nunca sabe, y con lo del embarazo….- le decía él-.
-Sabes que soy muy nerviosa y la gente maneja horrible- contestaba ella.

La familia de ella vivía en otro estado y se frecuentaban poco. De vez en cuando les llamaba por teléfono para saber como estaban, de hecho no sabían que ella estaba embarazada; él solo tenía a su papá quien vivía en un asilo, él no estaba de acuerdo con eso y le suplicaba a su papá cada vez que lo veía que se fuera a vivir con ellos, pero el solo le decía: -No quiero dar “lata”-.

Dio vuelta en cuanto pudo pero aquello era un caos, de pronto recordó una ruta alterna, -Con este maldito tránsito nunca voy a llegar-. Llamó a su casa para saber como estaba su esposa, -le voy a decir que pida un taxi y la alcanzo en el hospital-. El teléfono sonó y sonó pero no recibió respuesta, la angustia lo invadió, trató nuevamente pero nada, no respondía, entonces llamó a su oficina, le explicó a su secretaria rápidamente lo que ocurría, –¡Llama inmediatamente a una ambulancia que vaya a mi casa, mi esposa se siente mal, la última vez que hablé con ella estaba sangrando y no me contesta el teléfono!-, colgó y llamó nuevamente a su casa pero no obtuvo respuesta; la ruta alterna que había tomado estaba cerrada y los trabajadores daban indicaciones para que los automovilistas se regresaran; -¡No puede ser!, su teléfono comenzó a sonar anunciando que ya no tenía batería, busco el cargador en la guantera pero recordó que lo había bajado por error la noche anterior, la desesperación se apoderó de él.

No daba crédito a lo que veía, una herida de aproximadamente cinco centímetros aparecía en el dorso de su mano, un dolor intenso le obligo a soltar el volante, se estacionó tan rápido como pudo, la sangre empezó a brotar incontenible, instintivamente se apretó con la otra mano tratando de detener el  sangrado, la boca se le comenzó a secar, sacó como pudo el pañuelo de su bolsa, el dolor aumentaba a cada momento, de pronto el ruido de un claxon lo hizo voltear un momento hacia el retrovisor, ahí, justo en el asiento trasero estaba un hombre, tez morena, rapado, barba de candado, de entre 35 y 40 años de  edad, solo se veía un hueco negro donde se supone debería de tener los ojos, la sorpresa le hizo olvidar el terrible dolor; trató de abrir la puerta del auto pero estaba atorada, cerró los ojos esperando lo peor, no supo cuanto tiempo pasó, cuando se atrevió a abrir los ojos ya no había nada, ni el hombre, ni la cortada, ni la sangre, tampoco el dolor, nada.
CONTINUARA...

"DESTINO" capitulo 1

Nunca se había sentido así, aquel silencio lo dejaba sordo, hasta donde podía ver todo era desierto, lo peor de todo es que no sabía que había pasado, solo sabía que debía seguir caminando, no sentía ya las piernas y cada paso aumentaba el dolor en sus pies, no tenía zapatos.

Un viento helado golpeó su cara, no tardaba en oscurecer, la temperatura del viento le hizo recordar que estaba casi desnudo, las heridas en piernas y torso le dolían horriblemente, ya se había detenido el sangrado pero las oleadas de dolor hacían que sudara copiosamente, cada vez que el sudor llegaba a las heridas el dolor se multiplicaba, pero eso no lo iba a detener, él tenía que llegar.

-¡Mi vida despierta!-.  Un delicioso olor a tocino frito y café recién hecho llegó de pronto, una vez mas el despertador no funcionó, media hora de retraso; se arregló tan pronto como pudo, pasó por  la cocina y vio en la mesa del desayunador un plato con tres rebanadas de tocino y una taza de café humeante, su esposa le había preparado el desayuno, tomó una rebanada de tocino con la mano y con la otra la taza de café, devoró literalmente la rebanada y dio dos sorbos al café.

-¡Tenemos que comprar un despertador, es la segunda vez en esta semana que ocurre lo mismo!-
-Está bien-, contestó su esposa acercándose a él con una servilleta y después de limpiarle la comisura de la boca lo besó, -¡Vete ya, es tarde, tienes que darte prisa!-.
El le devolvió el beso, -¡Gracias Te Amo!

Salió corriendo y se subió a su coche, una sensación extraña recorrió su cuerpo, -debe ser lo rápido que comí- se dijo así mismo para tranquilizarse, pronto la sensación desapareció, el tránsito vial matutino lo detuvo a pocas cuadras de su casa, encendió la radio, el locutor hablaba del clima.

Llevaba ya una hora en aquel intenso tránsito, su celular comenzó a sonar, era su esposa: –¡Me siento mal, estoy sangrando!
-Tranquila mi vida, ahora mismo me regreso-.

CONTINUARA....