jueves, 8 de septiembre de 2011

"ESCALOFRIO"

Aquella tarde soleada de verano parecía como cualquier otra, se escuchaban las risas de los niños jugando en los patios delanteros de sus casas, los ladridos de los perros, los gritos de las madres reprendiéndolos o formando parte del juego, las podadoras, el sonido de la tijeras de jardín, llantos, autos circulando, en fin, todos aquellos sonidos se podían percibir desde donde yo estaba, la posición en la que me encontraba no era quizás la mas cómoda, los sonidos que son cotidianos y que eran para mi tan familiares de repente me parecieron como uno solo, una mezcla ensordecedora, agobiante, que poco a poco iban subiendo de volumen hasta convertirse en algo insoportable, sentí un deseo inmenso de llevar mis manos a mis oídos y sofocar un poco aquel estruendo, pero por alguna razón no lo hice, sentí que la cabeza me iba a estallar, aquella espantosa mezcla de sonidos fue desapareciendo lentamente hasta ser remplazada por una ola incontenible de recuerdos, los cuales llegaron a mi mente como un caudaloso río que desemboca en el mar,
 Ese día me levanté temprano, durante el desayuno mi Esposa me recordó que la casa necesitaba algunas reparaciones, ya me lo había comentado el martes y le prometí que lo haría el sábado, así que no tenía escapatoria, no me sentía con muchos ánimos pero siempre me ha gustado cumplir con lo que prometo, sobre todo a mi familia, comencé por reparar la cerca del jardín.
“Kobek” me seguía a todas partes, cosa que hacía siempre que yo estaba en  casa, él era nuestra mascota y amigo, era un bóxer color miel que habíamos comprado una semana después de casarnos, justo cuando regresamos de nuestro viaje de bodas, fue amor a primera vista,  pasábamos caminando frente a una tienda de mascotas cuando lo vimos dentro de una jaula, ahí estaba, con su mirada tierna moviendo lentamente su pequeño  y mutilado rabo, los dos nos volteamos a ver y no tuvimos que decir nada, entramos y lo compramos, impidiendo así que le hicieran el corte de orejas que tenían programado para el siguiente día, tiene ya ocho años, los cuales han sido una maravillosa experiencia, el vio nacer a nuestro único hijo, y fue literal ya que cuando mi Esposa dio a luz, lo hizo en la recamara de la casa, yo me encontraba trabajando y todo fue tan rápido que cuando me llamó fue para decirme –Perdóname mi vida no tuve tiempo de avisarte, tu hijo estaba ansioso por conocernos que no me dio tiempo de nada, no te preocupes, los dos estamos bien y “Kobek” nos está cuidando, pasa por favor por  el doctor y vente a la casa-, hasta la fecha nos reímos al recordarlo.
Cuando terminé con la cerca me dirigí al interior, y comencé a reparar una pequeña gotera que había bajo el lavabo del baño de visitas, un poco antes de terminar la compostura mi Esposa me llamó a comer, la comida estuvo deliciosa, las milanesas son mi platillo favorito y mas acompañadas del riquísimo puré de papa que prepara mi Esposa,  solo me faltaba reparar el techo, la pereza comenzaba a invadirme pero pensé en terminar todo ese día para poder descansar el domingo completo, la reparación solo consistía en cambiar una de la tejas, por lo que calculé que en menos de una hora  acabaría, le di un beso a mi Esposa y me dispuse a subir, “Kobek” se quedó al pié de la escalera tipo “araña” que subía al techo en la parte trasera de la casa, ladrando desesperado por no poder seguirme, después de un rato se echó resignando  y permaneció en ese mismo lugar esperando a que yo bajara. Mis recuerdos fueron interrumpidos por un espeluznante grito, era una combinación entre espanto, agonía, horror, era un grito que difícilmente se puede describir, mi instinto me ordenó girar la cabeza hacia el lugar donde  provenía, pero algo me lo impidió.
La primera vez que vimos la casa no encantó, estaba en una zona boscosa a 10 minutos de la ciudad dentro de un fraccionamiento muy tranquilo, había un espacio de mas de veinte metros entre una casa y otra lo cual les daba mucha privacidad, la sala y el comedor eran muy amplios y ambos tenían una hermosa vista al jardín trasero, una cocina espaciosa y equipada, tres recamaras en la planta alta con baño y vestidor, y una hermosa recamara principal que  además de ser muy amplia y tener tina en el baño, contaba con una hermosa vista al bosque que rodeaba el fraccionamiento, solo nos bastó un minuto para decidir que esa era la casa en la que pasaríamos el resto de nuestros días, “Kobek” quien apenas era un cachorro corría como loco por toda la casa bajo la mirada nerviosa del vendedor, después de un mes nos autorizaron el  crédito y dos semanas después ya estábamos instalados en la casa, nueve meses después nació Fernando nuestro pequeño angelito. Desde muy pequeño demostró ser muy sociable, siempre mostraba una sonrisa tanto a propios como a extraños, sobra decir que tenía cantidad de amigos, tanto en el Colegio como en el fraccionamiento, el era el alma de la casa, todo el tiempo estaba de buen humor, era muy ocurrente y junto con “Kobek” nos hacían pasar grandes momentos de felicidad, ese mismo día durante la comida nos pidió permiso para ir a jugar a la casa de uno de Felipe uno de sus amigos, él era un vecino cercano que asistía al mismo Colegio que Fernando, ya en varias ocasiones nos habíamos reunido con sus Padres quienes eran muy buenas personas, -De acuerdo, se buen niño y regresa  antes de las seis, ¿estamos?- le dije, -Estamos- me contesto con su contagiosa sonrisa, me abrazó y salió corriendo después de despedirse de su Mamá y acariciar a “Kobek” que confundido no sabía si correr tras él o quedarse con nosotros, -Tú te quedas, ven acá- le ordenó mi Esposa, triste y con las orejas gachas se refugió en sus pies.
Un segundo grito me sacó de mis pensamientos, éste aunque de menor intensidad fue igual de escalofriante, esta vez lo reconocí, era mi Esposa, salí corriendo pensando lo peor, busqué a “Kobek” que extrañamente no estaba a mi lado, mientras corría lo comencé a llamar pero no acudió  cosa que me extrañó mucho, al llegar al  jardín trasero  encontré a mi Esposa de rodillas  cubriéndose la cara con ambas manos, incapaz de ver lo que estaba frente a ella, a su lado “Kobek” ladraba inquieto moviendo   frenéticamente su pequeña cola, -¿Qué pasó mi vida?- pregunté mientras me acercaba, pero no obtuve respuesta, la escena mas escalofriante que había visto en mi vida estaba ante a mis ojos, boca arriba sobre el pasto, con un hilillo de sangre saliendo de la nariz, con un pié sin zapato que pasaba  por encima de la cabeza, un brazo debajo del tórax que mostraba la palma de la mano ensangrentada y una mirada de angustia perdida en el cielo, estaba un cuerpo sin vida, que imitando un cuadro de Picasso daba un aspecto grotesco, un cuerpo que al principio no reconocí, pero que al ver detenidamente me erizó cada pelo del cuerpo, un indescriptible escalofrío invadió mi cuerpo, un grito de horror que salió de lo mas profundo de mi ser y que no fue escuchado era el aviso de que yo, estaba muerto.
FIN

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