Al despertar lo primero que sintió fue un sabor desagradable en la boca e inmediatamente después abrió los ojos o eso sintió que hizo, no podía ver nada una y otra vez frotó sus ojos, -Estoy ciego- pensó, trato de ver su mano acercándola a sus ojos, pero no logró ver nada, empezó a sentir miedo como nunca había sentido; otra vez ese sabor de boca, trató de incorporarse pero su cabeza chocó casi inmediatamente con algo, con las manos comenzó a tocar a su alrededor, todo era acolchonado.
-Estoy en una caja- pensó, -¡Me enterraron vivo¡-, una angustia indescriptible se apoderó de él y sintió como se erizaba cada vello de su cuerpo, trató de mover los pies con el mismo resultado, solo un pequeño espacio hacia arriba y hacia los lados.
– ¡Quizá todavía no me entierran y esto es el velorio!, ¡Auxilio!!!, gritó una y otra vez sin que sus súplicas fueran escuchadas, entonces fue cuando comenzó a llorar, golpeó con piernas y brazos tan fuerte como pudo, se movió hacia los lados y siguió gritando entre llanto y sollozos, de pronto la caja donde se encontraba se fue de lado y cayó, el golpe abrió por un lado la caja, pudo ver una línea de luz e inmediatamente comenzó a empujar lo que parecía era la tapa, por fin pudo salir, tomó aire y se quedó sentado por un momento.
No sabía si era una Iglesia o un mausoleo pero una cosa si era segura: estaba abandonado, aquel lugar era muy alto, las ventanas sin vidrios en los lados permitían que el viento helado entrara, comenzaba a oscurecer, no pudo ver ninguna figura sacra o alguna pintura con motivos religiosos como esperaba, solo polvo, todo era de madera desde las paredes hasta las dos cúpulas que se apreciaban en lo alto.
– ¡Hay alguien aquí?, gritó tan fuerte como pudo, pero solo el eco le respondió. -¡Mi esposa!, ¿que hora será?, se preguntó, pero se dio cuenta de que no traía reloj. -¡El celular!- pensó; pero cuando se llevó la mano a la cintura buscándolo se dio cuenta de que tampoco lo tenía, tampoco su cartera. -¡Seguramente cuando me desmayé me robaron, quien sabe cuanto tiempo estuve inconsciente en el auto, después de robarme me metieron en la caja y me dejaron aquí pensando que estaba muerto-, pensó. –Mi esposa!, ¿que habrá pasado con ella?, ¿Dónde estará en estos momentos?, ¡Tengo que salir de aquí!-
Buscó una puerta, ya que las ventanas estaban muy altas y no había nada en que pudiera trepar para alcanzarlas, no había ni un solo mueble, solo las paredes cubiertas de madera las cuales recorrió palmo a palmo; para entonces ya había oscurecido completamente y la temperatura ya había bajado considerablemente, no sabía cuanto tiempo había pasado desde que salió de la caja, la oscuridad ya no le permitía ver mas allá de su nariz y el silencio solo le permitió escuchar su respiración, entonces se le ocurrió que tal vez en el piso habría alguna salida, se tiró al piso y a tientas comenzó a buscar, pero a los pocos minutos desistió, el frío le calaba hasta los huesos, el cansancio se apoderó de su cuerpo y se quedó dormido en el piso.
CONTINUARA.......
Me gusta este cuento, muy bueno. Continúa por favor, me gusta el suspenso
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